Arte de Pájaros
Pablo Neruda
Cóndor
En su ataúd de hierro vive
entre las piedras oxidadas
nutriéndose de herraduras.
En los montes el cierzo aúlla
con silbido de proyectil
y sale el cóndor de su caja,
afila en la roca sus garras,
extiende el místico plumaje,
corre hasta que no puede más
galopa la cóncava altura
con sus alas ferruginosas
y picotea el zing del cielo
acechando un signo sangriento:
el punto inmóvil, el latido
del corazón que se prepara
a morir y ser devorado.
Vuela bajando el ciclón negro
y cae como un puño cruel:
la muerte esperaba allá abajo.
Arriba, crueles cordilleras,
como catus ensangrentados
y el cielo de color amargo.
Sube de nuevo a su morada
cierra las alas imperiosas
y otra vez extendido duerme
en su ataúd abominable.